Generalidades
Los cinco sectores de Pueblo Viejo se extienden sobre aprox. 12 ha y ocupan un lugar fácil de defender, en la parte elevada de dos quebradas segundarias que se unen para confluir en el Río Seco, así como tres cimas de cerros que dominan a todo el área. Las cinco agrupaciones de arquitectura están distantes en promedio 200m una de la otra. Sobre el espolón que divide a las dos quebradas se encuentra una plataforma cuya función de puesto de vigilancia es indudable. Desde la quebrada del Río Seco (Pueblo Viejo) se accede al sitio por medio de una estrecha garganta que corta una alargada terraza fósil, cuya forma hace recordar a morenas laterales del paisaje glacial. En esta zona se encuentra también una represa destruida con un reservorio circular adosado a su base. La presencia del reservorio es significativa puesto que indica que el aforo de ambas quebradas en algunas épocas fue suficiente como para justificar la obra, a pesar de las inevitables pérdidas por la evaporación y por la filtración en un recorrido relativamente largo, incluyendo la travesía de todo el asentamiento. Los ganaderos de Santo Domingo de los Olleros que bajan periódicamente a las lomas de Manzano se acuerdan de un puquio que alimentaba en agua a la quebrada que desemboca en el reservorio.
Pueblo Viejo – Pucara fue el asentamiento principal del curacazgo de Caringa, construido por los mitimaes transladados de la vecina sierra (actualmente Provincia de Huarochiri), llamados posteriormente en el siglo XVI “los Caringa de Huarochiri”. Por su tamaño, Pueblo Viejo – Pucara disputa con Pampa de las Flores el lugar del mayor asentamiento urbano en cuanto al área residencial en el valle después de Pachacamac, si bien en el caso de este último no tenemos aún evidencias claras sobre la real extensión de complejos residenciales. De hecho, Pueblo Viejo Pucara supera en extensión a otros asentamientos contemporáneos en la zona de lomas que las fuentes etnohistóricos atribuyen a los Caringa, como Malanche (Pacta) o el sitio epónimo Caringa, según los datos de Engel (1988) y Mujica (1987, 1991, 1997) y también a la mayoría de sitios en la serranía de Yauyos.
La existencia de dos complejos residenciales de élite con amplios espacios públicos, buen nivel de vida reflejado en la dieta, y el acceso a bienes “suntuarios” probablemente distribuidos por el estado fundamentan bien nuestra hipótesis sobre la importancia del asentamiento. Por otro lado, la visita de Rodrigo Cantos de Andrade puso en evidencia el espeluzante cuadro de despoblamiento del valle, de la rápida aculturación y aún más rápida transformación de las estructuras indígenas del poder. Sospechamos que la aparente confusión en cuanto al nombre del señorío indígena de las lomas, entre Patca y Caringa, es una consecuencia de esta situación.
Dos únicas perlas de vidrio y ni un fragmento de cerámica colonial demuestran que Pueblo Viejo – Pucara fue abandonado en el momento mismo de la desintegración de la organización política del Tahuantinsuyu. Como otros mitimaes sus habitantes se habrían retirado a la serranía o al interior de las lomas, a Patca o Caringa. En este nuevo contexto colonial habría crecido, en el completo margen de la encomienda española, la importancia de los asentamientos arriba mencionados, puesto que se convirtieron en mayores concentraciones de población indígena en la zona. Confrontando las evidencias arqueológicas con las fuentes etnohistóricas, no cabe duda para nosotros que Pueblo Viejo – Caringa fue construido como lugar fuerte, cuartel, y centro de control sobre el valle, así como sobre las lomas con sus rebaños. No estamos en capacidad de demostrar si la decisión de construirlo fue tomada durante la conquista del valle por Pachacuti o después, a raíz de la rebelión de los Huarco de Cañete. Esta segunda alternativa nos parece particularmente atractiva. La refuerza el testimonio de la alianza de las etnías serranas y de su dios Pariacaca con los Incas, registrado por Ávila. En cualquier caso, la existencia de esta pucara con aprox. 1000 hombres bajo armas listos para intervenir y dotados de grandes reservas de alimentos en sus depósitos así como rebaños, cambia el cuadro interpretativo que suele manejarse en el caso del valle de Pachacamac. La dominación del valle de Lurín no fue tan pacífica y basada únicamente en el control del célebre oráculo.